Portada  |  15 noviembre 2018

Mensaje en una botella: el homenaje a los 44 héroes del ARA San Juan

Se cumple un año de la desaparición del submarino. Los familiares de los tripulantes no saben dónde, no saben cómo y por eso siempre los van a buscar en el mar inmenso. Informe especial de Rodolfo Barili.

Actualidad

Por Rodolfo Barili @barilirodolfo

¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? Preguntas simples. Respuestas ausentes. Un año después, una sola certeza: ¿cuántos? 44.

Lo que supimos el primer día es lo mismo que sabemos hoy. Nosotros y ellos, los familiares de los 44 tripulantes del submarino ARA San Juan.

Entre mil conjeturas, las familias de los marinos ya cuentan un año buscando certezas sobre lo ocurrido. Navegan entre teorías sustentables y de las otras ante la ausencia de una confirmación oficial que nunca llega. Todos coinciden en algo: sus vidas se detuvieron aquel día. La incertidumbre de no saber qué paso con sus seres queridos les impide elaborar duelo alguno.

Zulma dice que siempre tendrá 55 años. La edad que tenía el 15 de noviembre de 2017. Suele no saber en qué fecha vive. Debe mirar un almanaque para darse cuenta. Su tiempo se detuvo durante aquella llamada que le informó la desaparición de su hijo Celso Oscar. Su esposo enfermó y no tiene dudas; fue por el dolor acumulado que, a diferencia de ella, nunca pudo expresar con palabras.

Alejandra se enojó con Dios. En este año, apenas la fe emanada de su trabajo la mantuvo de pie. Es catequista, pero desde entonces no da clases. Su vida también se detuvo. Los que no se detuvieron jamás fueron sus mensajes por WhatsApp al celular de su hermano Alberto. Diariamente le escribe con sorprendente cotidianidad sobre pequeñas cosas de la vida. Le envía fotos. Se despide cada noche. Espera el milagro de las dos tildes azules en ese infinito monólogo que imagina como un diálogo.

Daniel insiste en pedirle “al de arriba” que cambie el lugar con su hijo. Siente que él ya tiene una vida hecha. Lo castiga fuerte el recuerdo de los proyectos inconclusos. Margarita lo mira. Ninguno de los dos había subido a un barco. Estar más cerca de su hijo es lo que los empuja a esta entrevista. Y el mensaje que escribieron, claro. También Marcela, Andrea y Leo transformaron en palabras de puño y letra las angustias que los acorralan cada noche, los sueños que los despiertan, los enojos que los atormentan.

He hecho muchas entrevistas en mi vida. Me cuesta recordar una tan dura, tan difícil, de tanto dolor. ¿Hay algo peor que no saber? ¿Cómo elaborar un mañana sin conocer lo que pasó ayer? No pueden. A ese mar que miran con recelo desde hace un año ingresamos con la única misión de rendir un homenaje. Un papel. Un mensaje. Una botella.

Me olvido de la otra certeza que expuso la tragedia del ARA San Juan: eran héroes antes de desaparecer para siempre en el Mar Argentino. Lo supimos después, cuando las dudas sobre el estado, reparación y mantenimiento del submarino arreciaron sobre nuestras conciencias. Tragedia incomprensible. Una más en la dolorosa lista del país de las catástrofes evitables. El país de los 51 muertos porque un tren no frena. El país de las 194 vidas que se evaporan en un recital que prometía ser fiesta.

Agradecimientos: Crucero Anamora

Comentarios